Las mujeres son la mitad de la población del mundo, de cada una de las ciudades que habitamos. Sin las mujeres, sin su presencia real y simbólica, la igualdad no es posible. Hay que visibilizar y dar valor al trabajo y a la presencia de las mujeres en todos los ámbitos de la realidad.

Por eso las ciudades que se construyen desde la perspectiva de género son más habitables: tienen menos barreras arquitectónicas, cuentan con más espacios verdes, se planifican sobre más zonas peatonales, disfrutan de más parques y jardines. Esas mismas ciudades son las que se planifican teniendo en cuenta el tiempo de las mujeres, el destinado a los cuidados, el que tiene que ver con las emociones y los sentimientos; el tiempo necesario para mantener la vida tal y como la entendemos, tal y como la necesitamos.

Por eso también es necesario que el tiempo de los cuidados pase a formar parte de las agendas políticas, deje de ser una cuestión “de mujeres” en el ámbito “privado” para ser uno de los ejes que vertebren el Estado del Bienestar que, ahora más que nunca, debemos defender y fortalecer.

Este nuevo punto de vista debe modificar nuestro tiempo de trabajo, nuestro tiempo de ocio, las relaciones económicas, el papel de las instituciones y su implicación en los cuidados. Debe ser el punto de arranque para pensar planes de movilidad y horarios laborales; para destinar recursos a la teleasistencia o la ayuda a domicilio; para organizar el mapa escolar o las ayudas para comedores; para acordar horarios de comercios o cuestionar grandes superficies…

Para re-pensar todos esos temas es necesario creer en la igualdad como eje vertebrador del nuevo modelo de ciudad que queremos soñar, pensar, planificar.

Conclusiones

• Más oportunidad a la mujer y dar un valor justo a su trabajo.
• Creación de centros de dialogo desde la administración a todos los niveles sin politizar.
• Visibilizar el trabajo de la mujer.